jueves, 21 de julio de 2011

Simpatía por el demonio, de Godard


Jean-Luc Godard es uno de los directores más prolíficos del cine mundial. Nació en París, Francia, a fines del año 1930. Fue uno de los miembros de la nouvelle vague francesa, y es considerado un cineasta de la vanguardia experimental. Vivió sus primeros años en Suiza (su madre era hija de banqueros de ese país), y se mudó a París durante su adolescencia para estudiar etnología en la Sorbona. Descubre en esta época su gran pasión por el cine y se convierte en habitué de la Cinemateca Francesa y los cineclubes parisinos. En 1950 comienza a trabajar como crítico cinematográfico en varias revistas, entre ellas Cahiers du Cinéma, con el seudónimo de Hans Lucas. Es en esta publicación donde también escribían Francois Truffaut, Eric Rohmer, Claude Chabrol y Jacques Rivette, plana mayor de la nouvelle vague (término que significa “nueva ola”, usado por cineastas y críticos para referirse al nuevo grupo de cineastas franceses de fines de los años cincuenta y principios de los años sesenta, que modificó las rígidas estructuras del cine francés de entonces, levantando como bandera la libertad para crear y expresarse).

Al morir su madre en 1954, se trasladó a Suiza donde trabajó como albañil, hecho que sirvió como argumento para su primer trabajo como director, que fue un documental:Operation Béton (1954). Al regresar a París, mientras seguía trabajando en Cahiers du Cinéma, rodó los cortometrajes Une femme coquette (1955) y Tous Les garçons s'apellent Patrick (1957). En el verano de 1959 comenzó a rodar su primer largo de ficción, À bout de soufflé (Sin aliento), con colaboración de Truffaut en el guión y de Chabrol como supervisor técnico. La película, protagonizada por Jean-Paul Belmondo y Jean Seberg supuso una revolución en la manera de filmar al utilizar técnicas hasta entonces poco ortodoxas (cámara en mano y mezclas de ficción y documental). En los años siguientes, Godard colaboró con otros integrantes de la nouvelle vague como actor, co-director o productor, a la vez que dirigió películas aclamadas por la crítica cinematográfica. A partir de La Chinoise (1967), comienza a incluir en sus obras referencias al maoísmo y al marxismo-leninismo, al cual adhirió políticamente.

En esta época crea el Colectivo Dziga-Vertov, junto a otros cineastas como Jean Pierre Gorin. El trabajo del colectivo estaría profundamente influenciado por las películas de propaganda del cine soviético. En sus propias palabras, eran películas revolucionarias para audiencias revolucionarias. En mayo de 1968 el Festival de Cannes fue suspendido por las interrupciones en la filmación de películas que hicieron Godard, Truffaut, Polanski y otros cineastas, en apoyo y solidaridad al movimiento estudiantil y obrero del Mayo francés. En ese año también dirigió One plus One, más tarde titulado Sympathy for the Devil, un documental sobre los Rolling Stones y la canción “One plus one”. A partir de la década de 1970, comenzó a experimentar con el formato de vídeo, al mismo tiempo que también dirigiría películas más convencionales y con menos carga política. En los ochenta volvería al cine de35 mm y a finales de la década comenzó a trabajar en una serie documental titulada Histoire(s) du cinéma, en la que daría su particular visión sobre la historia del cine y que el Canal Plus francés emitió en el año 2000.

En Godard están fundamentalmente unidas imagen, ideología y utopía, sobre todo desde fines de los sesenta.

Más que un documental sobre los Rolling Stones

Sympathy for the Devil (o One plus one, tal era su título original) no es un “simple” documental sobre los Rolling Stones sino una obra aguda sobre los tiempos que corren (o mejor dicho, sobre los tiempos que corrían). El eje central del film es un tema musical, la canción que da título a la película, desde su génesis hasta su grabación en su forma más acabada. La cámara de Godard, girando, paneando, dando vueltas por el estudio, se mueve con total libertad y hacia todos los ángulos posibles. Los músicos son tomados y registrados, brindándonos verdaderos momentos reveladores; es más, vemos “la cocina” de la banda.

Sin estructura aparente, ni lógica narrativa precisa, Sympathy for the Devil alterna a la banda en el estudio con el afuera. Ese afuera está marcado por la voz en off de Sean Lynch, quien lee fragmentos de una novela, ese afuera también tiene como protagonista a jóvenes pintando grafitis que combinan organizaciones, corporaciones e ideologías; también vemos a un grupo de actores personificando a los Panteras Negras. En síntesis, el film pretende ser una indagación por la cultura revolucionaria.

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